Tiempo Herido

Y esto es lo único que nos queda a los mortales, el lenguaje, una gota amarga de vino, una palabra, un descuido, un ideal. Y esto es lo único que nos queda a los mortales, un último suspiro, un silencioso tic tac, la muerte: verdadera libertad.

sábado, 10 de julio de 2010

Monólogo de un loco

“Gritad! Gritad sin miedo. Son los bustos de siempre los que miran sin pupilas, son solo mármol o hierro, son sólo muertos. ¿A quién esperas en medio de este desierto? Son sólo huellas, una ciudad, son sólo hombres, nada más.”

Ella me mira desde el otro lado de la calle, no espera nada, no espera a nadie. Corre, besa mi mejilla empapada.

“Dicen que Nadie es un buen hombre, un tanto solitario y desgarrado”

Sonrió, luego simplemente respondo.

“Dicen que Nadie no es un buen muchacho, que siempre está ausente, que rara vez está presente.”

Ella lo espera, y yo también.

"Mira, las estatuas del parque, son sólo mármol o hierro, no te espantes."

La niña ríe, como siempre, diáfana. Me toma de la mano, caminamos un rato, entonces recuerdo el tiempo. La niña no existe, sólo me queda el segundero, ese escalofrío invade de nuevo mi cuerpo, el tiempo, detestable compañero. Siempre viene armado y siempre está solo. Siempre helado, siempre cansado. Me toma de los hombros y me sacude, miro las estatuas de mármol, un carrusel muerto, abandonado. Sí, si existes tiempo, y Nadie ha muerto. Ya de nada sirve embriagarse señor Baudelaire.



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